martes, 27 de noviembre de 2007

Gustavo Gutiérrez y la TL




Gustavo Gutiérrez y la TL en 1970s.




Como hemos afirmado en el artículo anterior, Gustavo Gutiérrez definió TL como una reflexión crítica de la praxis histórica (o la acción del hombre en la Historia) a la luz de la fe (inspiración en las fuentes bíblicas).


En un comienzo, hacia 1971 (año de la primera publicación del libro que bautiza al movimiento), el autor expresa el surgimiento de una teología política que representa un esfuerzo por pensar la fe. Se trata de una nueva teología -la TL- que toma en consideración la dimensión política de la fe y que está consciente de los problemas más penetrantes en los que las personas se encuentran. “También representa un anuncio original de la pregunta acerca de la función de la Iglesia en el mundo actual”(1). Para Gustavo Gutiérrez esta teología en ciertas ocasiones es comprendida de manera errónea. La confunden con ideología, hecho que para él es falso.


Según el autor, sería más propio hablar de utopía. Por ello, establece una diferencia entre ambos conceptos: “La diferencia entre utopía e ideología es la siguiente: el término ideología tiene una larga y variada historia y ha sido comprendida en muchas formas. Pero nosotros podemos fácilmente acordar que ideología no ofrece un conocimiento adecuado y científico acerca de la realidad. La ideología no se alza a favor de la preservación del orden establecido. Por lo tanto, además, ideología tiende a dogmatizar todo lo que no ha triunfado en separación de sí misma de lo que ha caído bajo su influencia”(2). La utopía humaniza la liberación económica, política y social –a la luz del Mensaje de Dios- y, por lo tanto, revela a Dios.



Como consecuencia, la justicia nos guía a un conocimiento de Dios, a encontrar a Dios, tornándose en una consecuencia necesaria. Por lo tanto, es a través del amor humano que la persona encuentra a Dios. Además, como un signo de liberación de la humanidad y de la Historia, la Iglesia debe ser un lugar concreto de liberación. La Iglesia debe concebirse como un sacramento de salvación del mundo. Por ello, ésta tiene la obligación de manifestar en sus estructuras visibles el Mensaje que sostiene(3).


Mediante el encuentro con Dios y la lucha por la liberación, se manifiesta la comunión, entendida por los griegos –y utilizada por San Pablo- como koinonia. Esta comunión, para el autor, es un gesto concreto de la caridad humana. San Pablo la utilizó para designar a la colectividad organizada en nombre de los cristianos en Jerusalén. En otro sentido, koinonia debe comprenderse como la unión de los fieles con Cristo a través de la Eucaristía.



Gustavo Gutiérrez afirma que debemos comprender la situación de América Latina. Esta realidad nos llama a aceptar su existencia y a darle una evaluación cristiana, encontrando las maneras de resolverla. Este paso, debería ser lo más importante: debemos luchar por la realización de una revolución que nos ayude a transformar las estructuras sociales injustas que marcan la realidad de la mayoría de los latinoamericanos.


Sin embargo, y a pesar de lo anterior, Gutiérrez expresa que debemos tener cuidado. “Sería perverso, no obstante, reclamar que las exigencias revolucionarias en América Latina no trae consigo el peligro de simplificar el Mensaje y hacer de él una ‘ideología revolucionaria’ que, definitivamente, obscurecería la realidad. Pero nosotros creemos que el peligro no desvía su presencia (…) Es necesario mirarla cara a cara y lúcidamente analizar sus causas y los factores que urgen a los cristianos comprometerse con la lucha social”(4).


Para llevar a cabo un cambio sustancial en las estructuras sociales por la liberación de las clases oprimidas, Gutiérrez afirma que debemos analizar un último concepto: pobreza. Para él, todos “(…) aquellos que muestran la preocupación por la pobreza, tocan las puertas del Concilio vaticano II”(5).

Al igual que el término “liberación”, pobreza designa tres aspectos. En primer lugar, debemos referirnos a la pobreza material, que corresponde a la carencia de bienes económicos necesarios para la vida humana. En este sentido, pobreza es considerada una palabra degradante y es rechazada por la consciencia del hombre contemporáneo. “Pobreza es un mal, una condición escandalosa, que en nuestro tiempo ha tomado enormes proporciones. Eliminarla es traer más cerca el encuentro con Dios, cara a cara, en unión con otras personas”(6). Además, pobreza ha sido pensada como una experiencia de los cristianos como parte de la condición de marginalidad.




En segundo lugar, debemos referirnos a la pobreza espiritual. “Muchas veces es vista simplemente como una actitud interior de desapego a las cosas de este mundo. Los pobres, por lo tanto, no son aquellos que no tienen bienes materiales, sino aquellos que no se sienten atados a ellos, aunque los posean. Este punto de vista permite la existencia de personas adineradas que son espiritualmente pobres, así como personas pobres que son ricas en su corazón”(7). La pobreza espiritual encuentra su más alta expresión en las Bienaventuranzas del Nuevo Testamento: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”(8).

Para Gutiérrez la pobreza es un acto de liberación y amor. Posee un valor redentor. “Si la última causa de la explotación humana y de la alienación es el egoísmo, la más profunda razón por la pobreza voluntaria es el amor al prójimo”(9). La pobreza material es una condición escandalosa; la pobreza espiritual es una actitud de apertura hacia Dios y a la niñez espiritual. Luego de estos dos significados de pobreza, Gutiérrez se refiere a una tercera noción del término, definición que es esencial para la puesta en práctica de la TL: “(…) pobreza como un compromiso de solidaridad y protesta”(10).




Para el autor, en 1971, el pobre correspondía al oprimido, el marginado de la sociedad, el miembro del proletariado que luchaba por sus derechos básicos, la clase explotada, los países subdesarrollados que combatían por su liberación.



De esta forma, comprendemos que la TL es una teología que intenta reflexionar en la experiencia y significado de la fe. Este movimiento se basa en el compromiso por la abolición de la injusticia y la construcción de una nueva sociedad. Para Gutiérrez, la TL debe verificarse mediante la puesta en práctica de ese compromiso, a través de la participación activa y efectiva en la lucha que las clases explotadas han tomado contra sus opresores: “Liberación de toda forma de explotación, de la posibilidad de una vida más digna y humana, de la creación de un nuevo hombre –todo pasa a través de esta lucha-”(11). Es una reflexión sobre el significado teológico de liberación humana. Esta teología representa una meditación que comienza con una aceptación del desafío contenido en la Palabra de Dios. Es un “(…) juicio teológico de la fe, esperanza y el amor que son vividos en el compromiso con la liberación”(12).



Finalmente, es una teología que se ha inspirado en la misión servidora de la Iglesia, tarea que se ha propuesto en la constitución pastoral del Concilio Vaticano II, a saber, el documento Gaudium et spes. “Siguiendo el Concilio Vaticano II, la Iglesia comenzó a estar más preocupada de su misión en el servicio de los pobres, los oprimidos. En esta opción preferencial, que no debe ser entendida como excluyente, el verdadero espíritu del mensaje brilla con fuerza. Jesucristo declaró que los pobres fueron bendecidos y él mismo deseó ser pobre por nosotros”(13).




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(1) Gutiérrez, Gustavo. Teología de la liberación, perspectivas. (1971) Library Of Congress, Estados Unidos, 2006. XXI. p. 130.
(2) Ibíd. p. 137.
(3) Ibíd. p. 147.
(4) Ibíd. p. 155.
(5) Ibíd. p. 162.
(6) Ibíd. p. 168.
(7) Ibíd. p. 164.
(8) Evangelio según San Mateo, 5, 10.
(9) Gutiérrez. op. cit. p.172.
(10) Ibíd. p. 171.
(11) Ibíd. p. 174.
(12) Ibíd. p. 175.
(13) Ibíd. XXVI, XXVII.



Gustavo Gutiérrez y la TL hoy.



Con el pasar de los años, Gutiérrez nos cuenta que TL ha sufrido un proceso de maduración. En los párrafos siguientes, analizando la introducción a la edición revisada en el año 2006, veremos en qué consisten estos cambios. Además de las críticas constructivas, que han hecho que este movimiento se enriqueciera, el autor afirma que existen grupos que han interpretado el movimiento en una forma simplista o errónea, ignorando las demandas integrales de la fe. Esos grupos no son especificados.


En este proceso de maduración, Gutiérrez menciona que el factor temporal ya no es el único que afecta el curso de la TL a lo largo de estos años. El tema esencial en la TL, es la perspectiva de la liberación sugerida por el Mensaje del Reino de Dios. También ha ido evolucionando la consistencia de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB). Ellas son las que sustentan la TL. Son grupos religiosos que están tomando conciencia de que la opresión y el abandono que sufren son incompatibles con su fe en Jesús. Son movimientos concretos que dan a la TL un carácter particular. “(…) en la teología de la liberación, la fe y la vida son inseparables. Esta unidad da cuenta de su vigor profético y de su potencialidad”(1).


Basado en Pablo VI, define las CEB como una esperanza real para la Iglesia. A sus ojos, Puebla las ha descrito como “(…) ‘un evento eclesial importante, que son los pobres de Latinoamérica”(2). Estas comunidades son la mayor fuente de vitalidad que han llevado el Mensaje cristiano a los pobres. Han guiado a los pobres más cerca del Mensaje e, incluso, a todos los seres humanos que han luchado por la justicia.

Para Gustavo Gutiérrez la TL está íntimamente ligada a la nueva presencia de quienes en épocas anteriores estuvieron siempre ausentes de su historia. Estas personas se han transformado paulatinamente en agentes activos de su propio destino. Han comenzado a resolver el proceso que está cambiando la condición de pobreza y opresión en este mundo. La TL es una expresión del derecho de los pobres a reflexionar sobre su propio destino: “(…) no ha sido un resultado automático de esta situación y de los cambios que ha traído consigo”(3). El autor afirma que el mundo de los pobres es un universo en el cual el aspecto socio-económico es básico, pero no el único.


Su definición última pobreza corresponde a la muerte: “(…) falta de comida y hogar, inhabilidad para atender las necesidades de salud y educación de manera apropiada, explotación de los trabajadores, desempleo permanente, falta de respeto a su dignidad humana, limitación de su libertad en el área de la expresión personal, política y religiosa”(4). Es una situación destructora de los seres humanos, de las familias y los individuos. Además, afirma que Medellín y Puebla la llamaron “violencia institucionalizada”. A ésta debe sumársele la inaceptable violencia propiciada por el terrorismo y la represión.


Pero, como afirmamos con anterioridad, pobreza no sólo significa opresión. Es importante reconocer que también corresponde a una forma de vida, pensamiento, amor, oración, creencias y esperanzas. Es una condición humana compleja, que posee consecuencias investidas de igual complejidad. “El problema de la pobreza es antiguo en el pensamiento cristiano, pero la nueva presencia de los pobres a la que me he referido tiene una nueva urgencia. Una clave esencial para entender la pobreza en la teología de la liberación es la distinción, hecha en el documento de Medellín, ‘Pobreza de la Iglesia’, entre tres significados del término pobreza: la pobreza real como mal –que es un problema que Dios no quiere-; pobreza espiritual, en este sentido, como una lectura a la voluntad de Dios; y solidaridad con los pobres, como una protesta en contra de las condiciones que ellos sufren”(5). Esta cita nos hace notar la evidente influencia mutua ejercida entre Medellín y la TL. Gutiérrez publicó su libro tres años después de Medellín. A pesar de lo anterior, sabemos que este sacerdote dedicó años de estudio preparándose en Lovaina y Lyon. Por lo tanto, si bien sus ideas no se engendraron en Medellín, es necesario recalcar el influjo que tuvo esta conferencia para la elaboración de su obra.


Afirmamos esto, viendo las innumerables veces que hizo referencia a las conclusiones de la reunión. Además, su significado de liberación y pobreza se asemeja considerablemente a la presentada por el texto conclusivo de Medellín. Por otra parte, sabemos que Gutiérrez tuvo participación en dicha Conferencia.


Como hemos mencionado con anterioridad, para Gutiérrez la TL es un movimiento que se generó a raíz de lo propuesto en el Concilio Vaticano II. Siguiendo la línea de una Iglesia comprometida con los problemas sociales, ha surgido una opción preferencial por los pobres. Ahora bien, para el autor, el término “opción” no siempre se ha concebido correctamente. A su parecer, al igual que todo concepto, posee ciertas limitaciones que no explica. Sin embargo, se centra en la intención de su utilización: “(…) enfatizar la libertad y el compromiso expresado en una decisión. El compromiso con los pobres no es ‘opcional’, en el sentido que un cristiano es libre a hacer o no esta elección, o compromiso, con los pobres, como el amor que nosotros debemos a todo ser humano -sin excepción- no es ‘opcional’. Tampoco, por otro lado, el término ‘opción’ no supone que aquellos que la aplican no corresponden al mundo de los pobres”(6).


Muchas veces, ellos no lo son. Sin embargo, Gutiérrez ve la necesidad de afirmar que los pobres también poseen una obligación para hacer su opción. El autor explica que a lo largo de la década de 1950 y 1960 se vieron los primeros pasos tomados en relación a la concientización, esto es, la toma de conciencia de los oprimidos de su realidad y la lucha por transformarla y liberarse. Los pobres comenzaron en estas décadas a organizarse en defensa de su derecho a la vida, en la lucha por la dignidad y la justicia social y en su compromiso hacia su propia liberación.


Por otra parte, el autor se centra y profundiza en la definición de praxis que es reflexionada por la TL: se trata de una praxis de solidaridad en los intereses por la liberación. Esta praxis se encuentra inspirada en el Mensaje de Cristo. “Es la actividad de quienes luchan por la paz”(7). Esta praxis liberadora tiene como objetivo la transformación de la Historia a la luz del Reino de Dios, aunque se debe de estar consciente de que el Reino vendrá en su totalidad únicamente con el fin de los tiempos. Es una práctica de amor, donde los aspectos sociales ocupan un lugar relevante.


Para Gustavo Gutiérrez en Latinoamérica las estructuras socioeconómicas se encuentran al servicio de los grupos poderosos de la sociedad. Esta situación debe transformarse a través de la praxis. Sin embargo, a su modo de entender, praxis no sólo se reduce a los aspectos sociales en su sentido amplio. “La complejidad del mundo de los pobres nos lleva a tender otras dimensiones de la práctica cristiana, si el amor total hacia Dios lo requiere”(8).


A sus ojos, la TL toma una aproximación crítica. Por esta razón se niega a servir como una justificación cristiana a las posiciones que se han tomado (como por ejemplo, las que utilizaron del marxismo como modo de comprensión de la realidad). La TL busca mostrar que mientras no nos comprometamos con los pobres, miembros del Reino de Dios, estamos lejos de ser removidos por el Mensaje de Cristo.


Gutiérrez profundiza mayormente sobre un tema que no hemos tratado en esta sección. Existen dos momentos en la TL, el acto primero y el acto segundo. El acto primero es la fe vivida que encuentra su expresión en la oración y el compromiso. Se trata de la puesta en práctica, a la luz de las demandas del Reino de Dios, de los elementos fundamentales de la vida cristiana. La fe es vivida en la Iglesia y guiada a la comunicación con Dios. El acto segundo de la TL es la reflexión en el sentido propio del término, aquella que tiene como propósito la lectura de la praxis a la luz de la Palabra de Dios. “Para ello se necesita del discernimiento que el compromiso cristiano trae. Este discernimiento está acompañado de las fuentes de la Revelación”(9). La finalidad de la TL es una profunda unidad, lo que Gutiérrez llama koinonia, entendida como una comunión eclesial.
La Liberación debe entenderse como una liberación del pecado, que ataca a la raíz más profunda de toda servidumbre: “(…) el pecado es la ruptura de la amistad con Dios y con otros seres humanos”(10). Desde esta perspectiva, la TL se constituye como una teología de la salvación. “Salvación es la acción de Dios en la historia, liderada por El mismo. Es el regalo de Dios a la vida de sus hijos, dada en una historia que nosotros debemos construir”(11). La TL, finalmente, para Gustavo Gutiérrez, es una nueva etapa que se esfuerza por estar en continuidad con el Mensaje de Cristo. Es una teología que pretende estar íntimamente conectada con la enseñanza de la Iglesia. “En mi opinión, su poder e importancia radican en la novedad que deriva de la atención a las vicisitudes históricas de nuestros hermanos, que constituyen los signos de los tiempos, a través de los cuales Dios nos habla constantemente”(12).


Como crítica a todo lo propuesto por Gustavo Gutiérrez, Fernando Moreno, en su libro De la fe a la ideología, afirma que la TL presentada por este sacerdote no se acerca para nada a lo postulado por la Iglesia Católica. Por el contrario, Gustavo Gutiérrez convoca a una sociedad socialista(13). “Para Gutiérrez, el camino es la revolución social, y este camino no es sólo un camino político, no es sólo el camino que lleva a transformar la sociedad civil o la economía, es también el camino de la Iglesia. El desafío que le plantea Gutiérrez (con los otros teólogos de la liberación) a la Iglesia, es el de contribuir al desarrollo de la revolución social; que la Iglesia se transforme en un agente revolucionario. Esto hay que tenerlo presente siempre”(14).


Por último, nos falta un elemento por analizar. Gustavo Gutiérrez, al hablar de TL se ha referido al concepto otropraxis. Lo hizo más extensamente en una obra conocida como La fuerza histórica de los pobres (15), escrito que no hemos podido conseguir. Sin embargo, hemos analizado un artículo elaborado por Jorge Costadoat, s.j., en relación a los conceptos desarrollados por Gustavo Gutiérrez (16). Luego del análisis de este artículo hemos concluido que, para Gustavo Gutiérrez, si la ortodoxia viene a ser la justa o correcta doctrina, la ortopraxis consiste en la justa o correcta acción. Ambas dimensiones no pueden considerarse como separadas una de la otra, sino que deben complementarse: debe existir una relación circular entre ambas. Ortodoxia y ortopraxis son ámbitos que se exigen mutuamente. Fortalecer el vínculo entre ambas constituye una tarea central de la reflexión sobre la práctica a la luz de la fe (17). Como crítica a este concepto, Fernando Moreno afirma que ortopraxis no se concibe en Gustavo Gutiérrez como una acción concreta, sino como una acción comprendida ideológicamente. Según el crítico de la TL, la acción inspirada en la ideología es la norma de la verdad para Gustavo Gutiérrez. “No es la praxis como tal, sino la comprensión y la ideología de la praxis, lo que aquí norma y regula”(18).


Habiendo analizado los puntos centrales elaborados por Gustavo Gutiérrez en torno a la TL, concluimos que este fenómeno ha sufrido un proceso de maduración, que lo ha llevado a definir más claramente términos como “pobreza” y “liberación”. Esto ha producido, como consecuencia, que el factor temporal no sea el único que afecta el curso de la TL. Por consiguiente, el tema central en ella está dado por la perspectiva de la liberación sugerida por el Mensaje del Reino de Dios. Siguiendo esta interpretación, Gustavo Gutiérrez afirma que la TL es una consecuencia práctica de los principios sociales propuestos en el Concilio Vaticano II, particularmente, en su constitución pastoral. Todo lo anterior nos permite concluir que la TL es un fenómeno que sigue vivo en nuestros días y que genera concepciones diversas en torno a su definición. Por esta razón, dedicaremos la próxima sección al análisis de entrevistas realizadas a algunos sacerdotes jesuitas que actualmente viven en nuestro país. En estas conversaciones ellos se han referido a su propio significado de TL y al grado de validez existente en la proposición de San Alberto Hurtado como un precursor de este movimiento. Además, analizaremos la visión que posee un férreo opositor al movimiento en nuestro país: veremos el significado que el cientista político y filósofo, Fernando Moreno Valencia, posee sobre el fenómeno.




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[1] Ibíd. XIX.
[2] Ibíd. XLI.
[3] Ibíd. XXI.
[4] Ídem.
[5] Ibíd. XXV.
[6] Ibíd. XXVI.
[7] Ibíd. XXX.
[8] Ídem.
[9] Ibíd. XXXIV.
[10] Ibíd. XXXVIII.
[11] Ibíd. XXXIX.
[12] Ibíd. XLIV.
[13] Moreno. op. cit. De la fe… p. 78.
[14] Ibíd. p. 77.
[15] Cfr. Gutiérrez, Gustavo. La fuerza histórica de los pobres. Editorial Sígueme, Salamanca, 1982.
[16] Cfr. Costadoat, Jorge, s.j. “Gustavo Gutiérrez: un teólogo latinoamericano de la liberación”. En: Bentué, Antonio (et. al.). Grandes teólogos del siglo X. Editorial San Pablo, Santiago, 1996.
[17] Ibíd. p. 8.
[18] Moreno. op. cit. De la fe… p. 67.

lunes, 26 de noviembre de 2007

¿Qué se entiende por Teología de la Liberación?














Definir Teología de la Liberación (TL) es algo sumamente complejo. Este concepto se encuentra teñido de un sinfín de matices que nos llevan a interpretaciones de diferente índole, ya sea a nivel político, social o cultural. Muchas de estas acepciones crean férreas oposiciones al movimiento.

Podríamos afirmar que TL es un movimiento que nació en los países del Tercer Mundo(1), en la década de 1960, con el fin de reivindicar la realidad del pobre oprimido por la injusticia social. Los principales exponentes de este movimiento propusieron una opción preferencial por los pobres (prójimo que necesita de nuestra ayuda) y una lucha permanente por el logro de la justicia social.

Las palabras anteriores pueden aproximarse vagamente a una simple concepción de la TL, puesto que su significado ha ido cambiando con su desarrollo a través de la Historia, enriqueciéndose.

Teología de la Liberación es un vocablo creado por Gustavo Gutiérrez. Este sacerdote sostiene que, para definir correctamente el término, es necesario analizar qué significa cada palabra que compone el concepto. En primer lugar, teología debe ser entendida en dos formas: teología como sabiduría y teología como conocimiento. Con esto, Gutiérrez nos quiere decir que en los primeros siglos de la Iglesia, lo que se conocía acerca de “teología” estaba íntimamente vinculado a la vida espiritual.


En la anitgüedad, teología estaba estrechamente ligada a un saber. A partir del siglo XII, teología comenzó a comprenderse como ciencia, como un conocimiento racional sobre Dios. Gutiérrez afirma que, actualmente, para hablar de teología se necesita de una conjugación entre el conocimiento y la sabiduría, entre la ciencia y la espiritualidad. A los ojos de Gustavo Gutiérrez, en la segunda mitad del siglo XX la teología adquirió una nueva función: debía actuar como una reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la fe. Sólo así el hombre lograría transformar su realidad circundante.

En segundo lugar, liberación posee tres niveles. Por un lado, expresa las aspiraciones de los oprimidos, poniendo énfasis en el aspecto conflictual de los procesos políticos, económicos y sociales que los ponen en desventaja con respecto a las clases opresoras. Además, , “liberación” debe aplicarse a una comprensión sobre la Historia, que provee un contexto dinámico y delimita los horizontes del deseo de cambio social. Las personas se constituyen a través de su vida y mediante la Historia. La conquista paulatina de la verdadera libertad conduce a la creación de una nueva humanidad y de una sociedad cualitativamente diferente. Esta concepción proporciona una mejor comprensión de lo que en la década de 1970 estaba en juego.

Por último, “liberación” permite otra aproximación, conducida por las fuentes bíblicas, que inspiran la presencia y la acción del hombre en la Historia: “(…) En la Biblia, Cristo es presentado como el que nos otorga la liberación. Cristo, el Salvador, libera del pecado, que es la última raíz de toda la ruptura de amistad y de toda injusticia y opresión. Cristo hace a la humanidad verdaderamente libre, esto es, nos permite vivir en comunión con Él. Ésta es la base del compañerismo”(2).

En conlcusión, según Gustavo Gutiérrez, en su edición reelaborada de Teología de la Liberación, perspectivas, este fenómeno constituye una reflexión crítica de la praxis histórica (o la acción del hombre en la Historia) a la luz de la fe (inspiración en las fuentes bíblicas).

A nuestro parecer, TL es un fenómeno que requiere de una definición más profunda de la dada en este artículo. Por este motivo, dedicaremos más de una sección al análisis de distintos significados que existen sobre el movimiento.




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(1) El Tercer Mundo es la denominación otorgada a los países Latinoamericanos, Africanos y Asiáticos que no formaban parte del mundo desarrollado e industrializado que los hace líderes del Capitalismo.

(2) Gutiérrez, Gustavo. Teología de la liberación, perspectivas. (1971) Library Of Congress, Estados Unidos, 2006. XXI. p. 25.