lunes, 23 de julio de 2007

San Alberto Hurtado y la justicia social

San Alberto Hurtado fue un contemplativo en la acción, cualidad que lo llevó a concebir la justicia social en su conjugación con la caridad, como una expresión de fe.

Este sacerdote comprendía que debía optarse por los pobres (ya que ellos formaban parte del Cuerpo Místico de Cristo). La justicia social era el fin que debía construirse en la Tierra, mientras que la lucha por su logro contribuía a la construcción de la Felicidad, lograda plenamente con la trascendencia hacia Dios.

San Alberto Hurtado nos invitó a creer que, logrando todo lo anterior, el hombre aportará su grano de arena en el logro de la liberación humana, avanzando a la liberación plena que se obtiene con la trascendencia luego de la muerte. A continuación analizaremos las palabras de San Alberto en torno al significado de "justicia social", entendido como un elemento de la política estrechamente vinculado en su pensamiento al significado de "bien común".

Nuestro santo afirmó que la justicia no es una sola. Posee diversos tipos dentro de su especie. En primer lugar, nos encontramos frente a la justicia conmutativa, que corresponde a la “(…) más precisa, la más determinada, porque se funda sobre cierta igualdad, se puede ventilar ante los tribunales. Es la única que comprenden los espíritus simplistas, que desprecian por imprecisas y etéreas los otros tipos de justicia" (1). Viene de la raíz latina conmutare (cambiar) y vela por el cumplimiento de las relaciones contractuales, “(…) regidas por el viejo adagio latino ‘do ut des’. He comprado una casa, debo pagar su precio"(2).

En segundo término, nos presenta la justicia distributiva o proporcional, que consiste en dar a cada uno lo que le corresponde. Dicho en las propias palabras del santo, la justicia distributiva o proporcional “(…) crea el derecho de que cada uno sea tratado por la autoridad social conforme a sus aptitudes, a sus necesidades, a su dignidad particular, en cuanto a la distribución de las cargas y de los beneficios sociales"(3). Agregándole un aspecto más a esta definición, regresando al significado de justicia elaborado por San Alberto Hurtado y puesto en el principio de este capítulo, queremos proponer que para el padre Hurtado, la justicia distributiva y la conmutativa son tipos de justicia que necesitan de algo previo en el ser humano: la voluntad de practicarla.

Pero además de estos tipos de justicia, el padre Hurtado dedicó la mayor parte de sus obras, en especial Moral Social, al análisis de otra forma de expresar esta virtud: la justicia social. Según él, este concepto impone deberes a los que nadie quiere sustraer. Lo que es propio de la justicia social tiene relación con la exigencia a los individuos de lo que es necesario al bien común. Esta clase de justicia se traduce en dos sentidos, que según el padre Hurtado, hacen falta en el mundo moderno: “(…) sentido social, el primero, que nos hará sentirnos servidores del bien común, nos hará comprender las inmensas repercusiones de nuestras actividades y de nuestras omisiones para bien o para mal de muchos, nos llevará a servir nuestra Patria y lo que
Santo Tomás, siglos antes de la fundación de la Sociedad de las Naciones, llamaba: la comunidad de todos bajo las órdenes de Dios. Y, el segundo, un sentido de responsabilidad"(4).

Según el padre Hurtado, la justicia social reclama que los que poseen más no se encierren en el egoísmo de sus riquezas, que los pobres no dejen de lado su dignidad de personas y no se dejen llevar por el odio y la envidia, que sea suprimida la miseria y que la propiedad sea algo accesible para todas las personas. Este tipo de justicia es la más importante para San Alberto Hurtado ya que confirma lo que la caridad impone a los hombres: esta virtud teologal, por la cual “(…) amamos a Dios sobre todas las cosas por EL mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios”(5), produce en quienes la poseen una intranquilidad en torno a la existencia de condiciones de vida deplorables. La caridad es el nuevo mandamiento propuesto por Jesús y expresado en el Nuevo Testamento: ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo (Evangelio Según San Juan 13, 34).

En muchos de sus escritos, San Alberto Hurtado se refirió a este mandamiento. Para el santo chileno, la caridad, fundada en el amor a Dios y al prójimo, se encuentra garantizada por la justicia social. Por esta razón ambas virtudes no pueden concebirse de manera separada. Nuestro santo afirma que este tipo de justicia se impone a todas las personas, gobernantes y gobernados. Sin embargo, se impone con mayor fuerza a quienes han asumido la responsabilidad de dirigir en el campo del pensamiento, de la influencia y del gobierno. “El amor a la justicia nos llevará a estar muy atentos en nuestro trato social para no herir a nadie, para no sospechar de sus intenciones, para no aumentar las distancias, sino más bien acortarlas con los que no son nuestros hermanos en la fe, con los que no tienen nuestra mentalidad social, con los que no son de nuestra clase o de nuestro partido"(6).

En una época muy difícil, en la que el mundo entero estaba transformándose, pero inserto en un país muy tradicional y reacio al cambio, un sacerdote como el padre Hurtado estaba haciendo estas proposiciones, demandas que lo convertían en un ser controversial y a veces enemigo de quienes formaban parte de la clase más tradicional.

San Alberto Hurtado nos llamó a abrir nuestra mentalidad, a soltar nuestras trabas y liberarnos en el amor hacia el prójimo. Todo esto puede lograrse mediante la conjugación entre la verdadera comprensión de caridad y justicia, llevándonos a actuar a favor de la justicia social. En su obra, Sindicalismo, historia, teoría y práctica, nos demostró que la justicia social debe aplicarse en todos los ámbitos de la vida del hombre. En Moral Social nos habló de la aceptación y la lucha por la mejora en las condiciones de vida de los pobres. Se ha referido específicamente al mundo obrero. Para el santo chileno sin justicia social “(…) no puede existir democracia integral. El sindicato está llamado a luchar por un orden de justicia social. Habrá justicia social cuando sea el bien común y no el interés particular el que regule la distribución de los bienes. El mundo económico no puede regularse ni por la libre concurrencia, ni por la prepotencia económica, sino por la justicia y por la caridad social”(7).

Analizando esta cita podemos corroborar la clara necesidad para nuestro santo de la complementación entre caridad y justicia. Según San Alberto Hurtado, para que esto pueda darse realmente, es necesario comprender el verdadero significado de caridad, que proviene de la venida de Cristo a la Tierra y su sacrificio por toda la humanidad. Para el padre Hurtado la caridad correctamente entendida es mucho más profunda que la simple entrega de limosna, es una expresión de la fe.

Como consecuencia de la complementación antes explicada, se dará la justicia social, virtud que nos llevará a amar al prójimo en Cristo y a Cristo en el prójimo.
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(1) Moral Social. p. 215.
(2) Ídem.
(3) Ídem.
(4) Ibíd. p. 218.
(5) San Alberto Hurtado. Catecismo de la Iglesia Católica. 1822. p. 413.
(6) San Alberto Hurtado. Humanismo Social. p. 92
(7) San Alberto Hurtado. Sindicalismo. Historia, teoría y práctica. p. 39.

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